Es tiempo de preservar la representatividad de la Asamblea.


Quizás sea necesario una vez más, recordar que la Asamblea Ciudadana Ambiental Gualeguaychú nació para representar a todos los vecinos de un pueblo que alertó un riesgo irreversible en su calidad de vida por el avance del modelo celulósico en la región, y que no encontró respuestas de las instituciones políticas que mantienen una preocupante sordera ambiental.
Tiene como fin además, articular los modos de participación ciudadana como forma de canalización y garantía efectiva del derecho a participar, que es a la vez una obligación cívica. De allí que el objetivo de advertir la contaminación que hoy se está generando por la pastera Botnia, en este caso sobre las costas del río Uruguay, se convirtió sin dudas en el mayor reclamo medio-ambiental que en nuestro país se haya registrado.
La particularidad gualeguaychuense se realza en su aferrada convicción a su lugar de vida, sorteando un desafío no menor, que es la de transitar el difícil camino de "perfeccionar la democracia".
Con sus muchos aciertos y errores, estos miles de ciudadanos, que en su mayoría no conocían la militancia política, tuvieron que aprender a debatir y deliberar. Buscar las alternativas y consensuar las estrategias. Sortear la captación política, para así sostener en el tiempo una lucha que desde su inicio se avistaba larga y compleja. Y por estar representada por autoconvocados, o comúnmente llamado "el vecino común", se ganó el respeto y la simpatía del pueblo argentino.
Gualeguaychú se enfrenta ante multinacionales y por si esto fuera poco, también lo hace ante dos gobiernos. Uno que avala el modelo pastero, y otro que silenció hasta más no poder el reclamo ciudadano, que se vio obligado a tomar una postura y accionar. La A.C.A.G. puso entre "la espada y la pared" a esas Instituciones políticas que se encuentran burocratizadas por oficialistas y por los disfrazados de opositores. Con mérito propio, la cuidad entrerriana es hoy observada por los jueces del Tribunal de Justicia, como así también por distintas Universidades y Casas de Estudios del mundo entero, que quedan perplejos ante el entusiasmo desinteresado de los asambleístas.
Han pasado seis años de reclamos, y entre tantas acciones que se promedian entre tres o cuatro bimestrales, (mientras otras ONG se destacan con sólo 4 anuales), se decidió el 20 de noviembre de 2006 el corte de la ruta 136 Km. 28, "hasta que Botnia se vaya del río Uruguay". Sin duda una decisión polémica, pero que no deja de ser legitima por tratarse en defensa de la vida actual y de las futuras generaciones. Con el último llamado al diálogo hacia quienes manifiestan estar de acuerdo con la lucha, pero no así con la medida del corte en Arroyo Verde, la organización vecinal mostró una vez más que mantiene su espíritu dialoguista y democrático, y que hasta podría cambiar de estrategias, siempre y cuando el objetivo sea que Botnia se retire del río Uruguay.

EDITORIAL IPODAGUA
Domingo 29 de noviembre de 2009

No hay comentarios:

Publicar un comentario